27 noviembre, 2010

La historia más grande de Amor de todos los tiempos

Veraneaba una derivada enésima en un pequeño chalet situado en la recta del infinito del plano de Gauss, cuando conoció a un arcotangente simpatiquísimo y de espléndida representación gráfica, que además pertenecía a una de las mejores familias trigonométricas.

Enseguida notaron que tenían propiedades comunes.
Un día, en casa de una parábola que había ido a pasar allí una temporada con sus ramas alejadas, se encontraron en un punto aislado de ambiente muy íntimo. Se dieron cuenta de que convergían hacia límites cuya diferencia era tan pequeña como se quisiera... Había nacido un romance.
Acaramelados en un entorno de radio épsilon, se dijeron mil teoremas de amor. Cuando el verano pasó, y las parábolas habían vuelto al origen, la derivada y el arcotangente eran novios.
Entonces empezaron los largos paseos por las asíntotas, siempre unidos por un punto común; los interminables desarrollos en serie bajo los conoides llorones del lago; las innumerables sesiones de proyección ortogonal. Hasta fueron al circo, donde vieron a una troupe de funciones logarítmicas dar saltos infinitos en sus discontinuidades... En fin, lo que eternamente hacen los novios.
Durante un baile organizado por unas cartesianas, primas del arcotangente, la pareja pudo tener el mismo radio de curvatura en varios puntos. Las series melódicas eran de ritmos uniformemente crecientes y la pareja giraba entrelazada alrededor de un mismo punto doble... Del amor había nacido la pasión.
Enamorados locamente, sus gráficas coincidían en más y más puntos. Con el beneficio de las ventas de unas fincas que tenía en el campo complejo, el arcotangente compró un recinto cerrado en el plano de Riemann. En la decoración se gastó hasta el último infinitésimo. Adornó las paredes con unas tablas de potencias de "e" preciosas, puso varios cuartos de divisiones del término independiente que costaron una barbaridad. Empapeló las habitaciones con las gráficas de las funciones más conocidas, y puso varios paraboloides de revolución chinos de los que surgían desarrollos tangenciales en flor. Y Bernouilli le prestó su lemniscata para adornar su salón durante los primeros días. Cuando todo estuvo preparado, el arcotangente se trasladó al punto impropio y contempló satisfecho su dominio de existencia.
Varios días después, fue en busca de la derivada de orden n y cuando llevaban un rato charlando de variables arbitrarias, le espetó, sin más:
- ¿Por qué no vamos a tomar unos neperianos a mi departamento? De paso lo conocerás, ha quedado monísimo. Ella, que le quedaba muy poco para anularse, tras una breve discusión del resultado, aceptó.
El novio le enseñó su dominio y quedó integrada. Los neperianos y una música armónica simple, hicieron que entre sus puntos existiera una correspondencia unívoca. Unidos así, miraron al espacio euclídeo. Los astroides rutilaban en la bóveda de Viviany... ¡Eran felices!
- ¿No sientes calor? - dijo ella
- Yo sí. ¿Y tú?
- Yo también.
- Ponte en forma canónica, estarás más cómoda.
Entonces él le fue quitando constantes. Después de artificiosas operaciones la puso en paramétricas racionales...
- ¿Qué haces? Me da vergüenza... - dijo ella
¡Te amo, yo estoy inverso por ti...! ¡Déjame besarte la ordenada al origen...! ¡No seas cruel...! ¡ven...! Dividamos por un momento la nomenclatura ordinaria y tendamos juntos hacia el infinito...
El le acarició sus máximos y sus mínimos y ella se sintió descomponer en fracciones simples.
(Las siguientes operaciones quedan a la imaginación del lector).
Al cabo de algún tiempo, la derivada enésima perdió su periodicidad. Posteriores análisis algebraicos demostraron que su variable había quedado incrementada y su matriz era distinta de cero.
Ella le confesó a él, saliéndole los colores:
- Voy a ser primitiva de otra función.
El respondió:
- Podríamos eliminar el parámetro elevando al cuadrado y restando.
- ¡Eso es que ya no me quieres!
- No seas irracional, claro que te quiero. Nuestras ecuaciones formarán una superficie cerrada, confía en mí.
La boda se preparó en un tiempo diferencial de t, para no dar que hablar en el círculo de los 9 puntos. Los padrinos fueron el padre de la novia, un polinomio lineal de exponente entero, y la madre del novio, una astroide de noble asíntota. La novia lucía coordenadas cilíndricas de Satung y velo de puntos imaginarios.

Ofició la ceremonia Cayley, auxiliado por Pascal y el nuncio S.S. monseñor Ricatti.
Hoy día el arcotangente tiene un buen puesto en una fábrica de series de Fourier, y ella cuida en casa de 5 lindos términos de menor grado, producto cartesiano de su amor.

(Probablemente de "La jaca jacobiana")

12 noviembre, 2010

EL FANTASMA DE CANTERVILLE - SUI GENERIS

23 octubre, 2010

17 setiembre, 2010

La Novia Oscura


Día tras día la muchacha hacia elevar su voz sobre el sonido de la cascada, que se la fue puliendo según la escala musical y modelando en las diversas graduaciones del volumen. Alguna vez Todos los Santos abrió el romancero en cierto poema de Rubén Darío y le indicó que empezara sus ejercicios leyéndolo a voz en cuello. Se trataba de una princesa que roba del cielo una estrella.

- No será esta princesa la mismísima Santa Catalina, nuestra protectora? – se entusiasmó la niña.

- No desvaríes. Esto es un poemario, no un santoral. No confundas la tierra con el cielo y sigue recitando.

- No puedo, madrina, es demasiado lindo.

- Pamplinas. Dame acá – dijo la veterana, y fue leyendo sobre el gran enojo del rey ante el robo.

- Un castigo has de tener – bramó el soberano -. Vuelve al cielo y lo robado vas ahora a devolver.

- La princesa se entristece por su dulce flor de luz – seguía narrando Rubén Darío -, pero entonces aparece, sonriente, el buen Jesús.

- En mis campiñas esa rosa le ofrecí – aclaró Jesús -. Son mis flores de las niñas que al soñar piensan en mí.

- Yo creo que este buen Jesús es el mismo que viven en nuestra alcoba – opinó la niña -. También a mí me regaló una rosa el otro día.

- Calla, que estás armando un enredo y me haces perder el ritmo. La religión en exceso hace buenas monjas y putas desgraciadas – advirtió Todos los Santos.

- La princesita está bella, pues ya tiene el prendedor en que lucen con la estrella, verso, perla, pluma y flor – cantó Rubén Darío y en ese momento la niña se dejó llevar por una suspiradera ajena a su temperamento y se largó a llorar, y fue entonces cuando Todos los Santos descubrió en su discípula una inclinación por la poesía y una fascinación de estrellas tristes que la alarmaron y le parecieron síntoma peligroso en una promisoria aprendiz del oficio más inclemente que conoce la humanidad.

- No es juego, niña – le dijo -. Las prostitutas, como los boxeadores, no permitirse una debilidad, porque las noquean. Una cosa es la vida y otra distinta es la poesía; no vuelvas a confundir la mierda con la pomada.

Cuando consideraron necesario apretar en exigencia el entrenamiento de la voz, fueron a pararse a orillas de la novísima carretera Libertadores, por donde el progreso entraba arrasando, para someterse a la prueba máxima del ruido infernal que el río de vehículos hacía llegar hasta el cielo.

- ¡…los marineros besan y se van! – gritaba la niña al paso de camiones rugientes que en estampida casi le arrancaban las naguas y dejaban reducido al viento el ya de por sí volátil amor de marinero.
De: La Novia Oscura. Laura Restrepo

20 agosto, 2010

Leopardo al Sol


- Los vecinos de la Esquina de la Candela tuvimos que soportar sus caprichos de adolescente corrompido. Fueron años negros para el barrio. Todo lo que El Tinieblo tocaba se marchitaba, todo el que se le acercaba sufría. Desde entonces nadie quiso mentar su nombre, y se pusieron matas de sábila y escobas paradas detrás de las puertas para ahuyentar su presencia maldita.

Jinete nocturno y sonámbulo, Raca Barragán cabalga motos de alta cilindrada por entre infiernos y pesadillas que no registra del todo su cerebro disecado en ácidos y alucinógenos. No se trata con la familia con excepción de La Mona que lo venera, ni los quiere ni lo quieren. Duerme de días sobre la arena sucia de playas perdidas y de noche ronda por baldíos, antros y basureros en compañía de una banda de gatilleros zarrapastrosos sin cara ni nombre que lo siguen como sombras donde quiera que va. Sus únicos amigos son un fusil G3 alias el Tres Gatos y un puñal que corresponde al nombre de Viernes; sus bienamadas son la Señora, una metra M-60 -, la Morena - una manopla que muele huesos - y la Bailarina, una navaja automática que a una orden del amo, va mata y regresa.

De: Leopardo al Sol. Laura Restrepo

12 agosto, 2010

HUAMACHUCO

Cushuro - Huamachuco: El matrimonio de las vicuñas durante el Chaccu 2010. Padrinos: Richard Lecoq (Embajador del Canadá en el Perú) y esposa; testigo: Diego Benavides (hijo del gran Felipe Benavides); cubriendo la noticia: la BBC.


La laguna de Cushuro (4000 msnm) y atrás el Apu Huaylillas.

Plaza de Armas de Huamachuco: La danza de Los Inkas durante la despedida a los alumnos de Michigan State University


Arco de Bolívar: Plaza de Armas de Huamachuco




24 julio, 2010

Los Pilares de la Tierra

Tom sintió que los ojos se le llenaban de lágrimas. Sonrió a Agnes y luego bajó la mirada. Se dio cuenta de que seguía sangrando mucho. El arrugado codón umbilical, que todavía seguía sangrando lentamente, había caído en un charco de sangre sobre la capa de Tom, entre las piernas de ella.
Levantó de nuevo la vista. El bebe había dejado de mamar y se había quedado dormido. Agnes lo arropó en su capa y cerró los ojos.
-¿Esperas algo? – preguntó Martha al cabo de un momento.
Tom respondió: - Las secundinas.
-¿Y eso qué es?
-Ya lo verás.
Madre e hijo dormitaron durante un rato, y luego Agnes abrió los ojos. Sus músculos se tensaron, la abertura se dilató ligeramente y apareció la placenta. Tom la cogió y se quedó mirándola. Era como algo sobre el mostrador de un carnicero. Al mirarla con mayor atención vio que parecía rota, como si le faltara un trozo. Pero nunca había visto ninguna tan de cerca después de un alumbramiento; suponía que siempre serían así, porque siempre debían desgajarse del vientre. La arrojó al fuego. Al quemarse hizo un olor extremadamente desagradable, pero si la hubiera tirado al bosque hubiera podido atraer a zorros, e incluso a algún lobo.
Agnes seguía sangrando. Tom recordaba que con las secundinas siempre había cierto derramamiento de sangre, pero no recordaba que fuera tan abundante. Se dio cuenta de que la crisis no había llegado a su fin. Pero por un instante se sintió mareado a causa de la tensión y la falta de comida. Pero en seguida se recuperó.
-Todavía sangras un poco- dijo a Agnes, tratando de disimular la preocupación que sentía.
-Pronto terminará- dijo ella – Tápame.
Tom le abrochó la falda y luego le envolvió la capa alrededor de las piernas.
-¿Puedo descansar ahora?- preguntó Alfred.
Aún seguía arrodillado detrás de Agnes, sosteniéndola. Debía de estar entumecido de permanecer tanto tiempo en la misma postura.
-Me pondré yo- dijo Tom.
Agnes estaría más cómoda con el bebe si pudiera mantenerse incorporada a medias, pensó. Y además, un cuerpo detrás de ella le mantendría la espalda caliente y la protegería del viento. Cambió de sitio con Alfred. Este se quejó dolorido al estirar sus piernas. Tom rodeó con los brazos a Agnes y al niño.
-¿Cómo te sientes?- le preguntó.
-Cansada.
El recién nacido empezó a llorar. Agnes lo colocó de forma que le encontrara el pezón. Mientras mamaba, ella parecía dormida.
Tom estaba inquieto. El cansancio era normal, pero lo que le preocupaba era aquella especie de letargo que padecía Agnes. Estaba demasiado débil.
El bebe se quedó dormido y poco después los otros los otros dos niños; Martha acurrucada junto a Agnes y Alfred tumbado junto a la parte más alejada de la hoguera. Tom mantenía abrazada a Agnes, acariciándola con ternura. De vez en cuando le daba un beso en la cabeza.
Sintió relajarse el cuerpo de ella al sumirse en un sueño cada vez más profundo. Llegó a la conclusión de que probablemente sería lo mejor para ella. Le tocó la mejilla; tenía la tez pegajosa de humedad pese a sus esfuerzos por mantenerla caliente. Metió la mano por debajo de la capa de ella y tocó el pecho del pequeño. El niño estaba caliente y el corazón le latía con fuerza. Un bebe vigoroso, se dijo, un superviviente.
Agnes se movió ligeramente.
-¿Tom?
- Dime.
-¿Recuerdas la noche que fui a tu vivienda, cuando estabas trabajando en la iglesia de mi padre?
-Pues claro- contestó él, dándole unas palmaditas - ¿Cómo podría olvidarlo?
-Nunca lamenté haberme entregado a ti. Nunca, ni por un solo momento. Me siento tan contenta cada vez que pienso en aquella noche…
Estaba muy contento de saberlo.
Se quedó un rato adormilada. Luego habló de nuevo.
-Espero que construyas tu catedral- dijo.
Le sorprendió aquello.
-Creí que estabas en contra de ello.
-Sí, pero estaba equivocada. Te mereces algo hermoso.
Tom no comprendía lo que ella quería decir.
-Construye una hermosa catedral para mí- siguió diciendo Agnes. No parecía estar en sus cabales. Tom se alegró de que volviera a dormirse, pero esta vez su cuerpo parecía completamente flácido y la cabeza caída a un lado. Tom hubo de sujetar al niño para evitar que cayera de su pecho.
Permanecieron así durante bastante tiempo. Finalmente el bebe despertó de nuevo y empezó a llorar. Agnes no reaccionó. El llanto despertó a Alfred que dio media vuelta rodando y miró a su hermano recién nacido.
Tom sacudió con suavidad a Agnes.
-Despierta- dijo – El pequeño quiere mamar.
-¡Padre!- exclamó Alfred con voz asustada - ¡Mírale la cara!
Tom tuvo una corazonada. Había sangrado demasiado.
-¡Agnes!- dijo - ¡Despierta!
No hubo respuesta. Agnes estaba inconsciente. Tom se levantó, sosteniéndola por la espalda hasta dejarla tumbada sobre el suelo.
Agnes tenía el rostro lívido.
Temeroso de lo que iba a encontrarse, abrió la capa que le envolvía las piernas.
Había sangre por todas partes.
Alfred lanzó una exclamación entrecortada al tiempo que se volvía de espaldas.
-¡Protégenos Señor!- musitó Tom.
El llanto del bebe despertó a Martha. Al ver la sangre empezó a chillar. Tom, sujetándola, le dio una bofetada. La niña se quedó callada.
-No grites- le dijo Tom con calma mientras la soltaba.
-¿Se está muriendo madre?- preguntó Alfred.
Tom puso la mano bajo el pecho izquierdo de Agnes. El corazón no le latía.
Apretó con más fuerza. Estaba caliente y su pesado pecho descansó sobre la mano de él, pero no respiraba y el corazón no le latía.
Algo como un entumecimiento, como una niebla, invadió a Tom. Agnes se había ido. Le miró el rostro. ¿Cómo era posible que no respirara? Ansiaba que se moviera, que abriera los ojos, que hablara. Seguía manteniendo la mano sobre su pecho. A veces un corazón podía comenzar a latir de nuevo, decía la gente… pero Agnes había perdido tanta sangre…
Miró a Alfred.
-Madre ha muerto- musitó.

De: Los Pilares de la Tierra. Ken Follett

Acerca de mí

Mi foto
Soy un médico graduado de Cayetano Heredia con entrenamiento en Salud Pública, descentralización, gestión pública, calidad de servicios de salud, y cambio comunitario. Tengo 10 años de trabajo en el primer nivel de atención del sector salud y Atención Primaria de Salud; primero, en el MINSA y en los últimos 7 años, en algunos Proyectos de mejora de la gestión de los servicios de salud en el primer nivel de atención y de Supervivencia Materno-infantil.