Un gran maestro franco y otro gran pintor iban paseando por un prado en la tierra de los francos, hablando de arte y pintura. Derrepente se encontraron un bosque. El que era mejor pintor le dijo al otro: "Pintar según las nuevas formas requiere tanta habilidad que si reproduces uno de los árboles de este bosque, cualquier curioso que viera la pintura y luego viniera hasta aquí, debería poder diferenciar ese árbol de los otros si quisiera".
Yo, esta pobre imagen de árbol que veis, doy gracias a Dios por no haber sido pintado con semejante intención.
Y no porque tema que de haber sido pintado a la manera de los francos, todos los perros de Estambul me habrían tomado por un árbol auténtico y se me habrían meado encima. Sino porque yo no quiero ser un árbol, sino su significado....
De: Me llamo Rojo. Orhan Pamuk