Carl estaba en el último avión que salió de Bagdad antes de que comenzara la Guerra del Golfo en 1991. Con Jonathan Fine, Jefe de la Organización no Gubernamental Médicos por los Derechos Humanos, estaban evaluando el impacto de seis meses de sanciones de las Naciones Unidas en la salud de los niños iraquíes. Finalizaban su informe cuando llegaron noticias de que el bombardeo se iniciaría a la medianoche. Las autoridades de Bagdad estaban tan ansiosas de que los resultados llegaran a las Naciones Unidas que les aseguraron dos sitios en el último avión que salía rumbo a Jordania.
Unas noches antes les habían indicado a Carl y Jonathan que estuvieran en la puerta de la recepción de su hotel a una hora específica. Dos guardias con armas automáticas entraron por la puerta batiente y los condujeron de manera educada pero firme a una limosina negra que los esperaba. Sin saber más, y ni siquiera a quién iban a ver, los llevaron rápidamente por las oscuras calles de Bagdad. Finalmente, la limosina se detuvo a la puerta de un complejo con muchos guardias. Yasser Arafat esperaba adentro, más joven y más relajado de lo que se le ve ahora, con evidente confianza en sí mismo. La conversación pasó rápidamente de la crisis inmediata de Iraq a la crisis humana en el Medio Oriente. Arafat dijo: “Los Estados Unidos deberían darse cuenta de que este ciclo de violencia llevará a ciclos de violencia posteriores. Arrojar bombas no conducirá a la paz sino que creará más desconfianza. A los árabes no se les derrota nunca; simplemente esperan y se preparan para la venganza”.
Arafat enfatizó que lo que más ayudaría a las relaciones con los árabes no era la ayuda y ni siquiera las fronteras y patrias seguras, sino el respeto. Mencionó las múltiples ocasiones en que las naciones poderosas de Occidente habían elegido castigar a los palestinos en vez de ayudarlos a desarrollarse social y económicamente. “Esta crisis acabará cuando aceptemos las diferencias entre unos y otros”.
Al llegar a los Estados Unidos, Carl fue inmediatamente a ver a Jim Grant, jefe de UNICEF, quien dirigió donde Boutros Boutros Ghali, el Secretario General de las Naciones Unidas. Se pusieron rápidamente de acuerdo para enviar convoyes de suministros médicos de emergencia para los niños, creando un corredor de la paz para el paso seguro incluso durante el bombardeo. Esto esfuerzos de alivio se convirtieron pronto en un peón en los esfuerzos de poner en jaque el desarrollo de armas de destrucción masiva que había emprendido Saddan Hussein. Se impuso sanciones a pesar de los numerosos informes de grave y creciente mortandad y mala nutrición infantil en Iraq. Unos meses después, cesaron los convoyes. La dramática y muy aclamada respuesta militar a la invasión de Kuwait subyugó pero no derrotó a los enemigos ni mejoró la situación política ni trajo la paz. Y, como siempre, los pobres sufrieron más que nadie con las sanciones.
La palabra china para crisis, weiji, combina el caracter wei, que significa peligro, y carácter ji, que significa oportunidad. Transformar en buena una fuerza destructiva es un enfoque muy diferente que tratar de vencerla y derrotarla y los peligros que ello implica. La mayoría de los estudios de caso que aparecen este libro muestran comunidades que poco a poco lograron mejorar su futuro. Pero cuando ocurre una crisis, lo que primero parece un peligro puede convertirse en una oportunidad. La respuesta puede pasar del alivio inmediato hasta una reestructuración que mejore la vida de la comunidad y evite crisis futuras o al menos minimice sus efectos devastadores.
El nuevo siglo probablemente traerá más crisis y cada vez más severas. A medida que las decisiones corporativas reubican las economías globales, habrá miles de personas en búsqueda de nuevos empleos. Probablemente las guerras, disturbios civiles y limpiezas étnicas se incrementarán a medida que un mayor acceso a la información y a las comunicaciones de a los pueblos enfurecidos un mayor sentido de poder y las herramientas paraa organizarse. Las inundaciones, sequías, tifones y tormentas probablemente se incrementarán como resultado del calentamiento global y de los cambios en los patrones del clima. Tal vez las hambrunas y epidemias vayan acompañadas de una mayor densidad demográfica y mayores disparidades sociales. Se hará cada vez más escasa la tierra disponible para reubicar poblaciones nuevas o desplazadas.
Durante décadas nuestra familia ha compartido la desesperación y el caos de una serie de desastres, pero también la esperanza de que cada desastre trae una oportunidad. SEED-SCALE ofrece a la gente una manera de ver más allá de la tragedia, encontrar esperanza y romper con hábitos establecidos. El primer ejemplo proviene de las montañas Apalaches de nuestra propia comunidad.
De: Just and Lasting Change: When Comunities own their Futures.